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LAS RECESIONES Y SU IMPACTO EN LAS GANANCIAS Y EL LIDERAZGO DEL MERCADO
Descubra cómo las recesiones influyen en las ganancias y en los líderes del mercado
¿Cómo afectan las recesiones a las ganancias corporativas?
Las recesiones suelen provocar una contracción generalizada de la actividad económica, acompañada de una reducción del gasto de los consumidores y las empresas. Esta contracción ejerce una presión a la baja sobre las ganancias corporativas en todos los sectores. A medida que disminuyen los ingresos, las empresas se ven obligadas a ajustar costos, despedir empleados o detener nuevas inversiones, medidas que a menudo indican un debilitamiento de las fuentes de ingresos futuras.
La mayoría de las empresas obtienen sus ingresos de la demanda de los consumidores. En una recesión, la pérdida de empleos y la disminución de los salarios reducen la renta disponible, lo que mina la confianza de los consumidores y frena el gasto. Naturalmente, esta disminución afecta los resultados brutos de las empresas, especialmente en sectores cíclicos como el comercio minorista, los viajes y la automoción.
La disminución de los ingresos es solo un aspecto. Los márgenes de beneficio también pueden verse comprimidos durante una recesión. Las empresas pueden enfrentarse a mayores costes de financiación si el crédito se restringe, lo que debilita aún más las ganancias después de impuestos. Además, las presiones sobre los costes de los insumos (como la volatilidad de la energía o las materias primas) pueden mantenerse elevadas incluso cuando las ventas disminuyen, lo que genera una compresión de márgenes que deteriora aún más las ganancias por acción (BPA).
Los informes financieros durante las recesiones suelen reflejar estas tendencias. Las previsiones de beneficios suelen volverse más conservadoras, o incluso retirarse por completo debido a la incertidumbre. Los analistas revisan las previsiones a la baja, y el consenso del mercado sobre la rentabilidad a corto plazo de una empresa suele deteriorarse. En consecuencia, las empresas podrían retrasar la recompra de acciones o el aumento de dividendos en respuesta a las preocupaciones sobre la liquidez.
Las recesiones suelen desarrollarse por etapas, y el impacto en las ganancias evoluciona en consecuencia. En las primeras fases, las empresas con costes fijos elevados tienden a sufrir descensos desproporcionados en las ganancias debido a caídas repentinas de los ingresos. Posteriormente, a medida que se implementan los recortes de costes y se normalizan los inventarios, las ganancias pueden estabilizarse, aunque a niveles más bajos. Los repuntes de las ganancias suelen ir a la zaga de la recuperación económica, ya que las empresas esperan confirmar un repunte real de la demanda antes de reinvertir o contratar personal.
Además, las pequeñas y medianas empresas (pymes) suelen registrar ganancias más volátiles en comparación con las de gran capitalización, debido principalmente a balances más estrechos y flujos de ingresos menos diversificados. Esta diferencia suele generar un riesgo desproporcionado en las ganancias y devaluaciones del mercado más significativas durante las recesiones.
Desde una perspectiva sectorial, las industrias sensibles a los tipos de interés, como el financiero y el inmobiliario, también pueden experimentar un debilitamiento de las ganancias a medida que se endurecen las condiciones crediticias. Por el contrario, sectores defensivos como los servicios públicos, la salud y los bienes de consumo básico tienden a mantener un rendimiento de las ganancias más resiliente. Esta calidad relativa de las ganancias suele influir en los flujos de inversión durante las recesiones, modificando las ponderaciones sectoriales en los índices.
En general, las recesiones inducen un patrón de debilitamiento y volatilidad de las ganancias, con amplias implicaciones para la confianza de los inversores y la estrategia corporativa. La duración y la profundidad de la recesión, junto con factores específicos del sector, determinan en gran medida el alcance de la perturbación de las ganancias y la velocidad de la recuperación.
¿Cómo reconfiguran las recesiones el liderazgo del mercado?
Las recesiones no solo reducen las ganancias, sino que a menudo provocan cambios significativos en el liderazgo del mercado. Durante los períodos de contracción económica, los inversores reevalúan el riesgo, la eficiencia del capital y la sostenibilidad de los modelos de negocio. Estas evaluaciones suelen realinear el capital hacia un nuevo conjunto de empresas y sectores dominantes.
Históricamente, los líderes del mercado que entran en recesión no siempre son los mismos que lideraron durante o después de la crisis. Por ejemplo, tras recesiones pasadas, se ha visto el auge de marcas tecnológicas o de consumo previamente poco representadas que capitalizaron los cambios estructurales revelados durante la crisis. Por el contrario, los antiguos líderes del mercado, que dependían de ciclos de demanda obsoletos o estructuras sobreapalancadas, a menudo pierden relevancia a medida que evolucionan las condiciones económicas.
Un mecanismo clave para este cambio es la rotación sectorial. A medida que cambia el apetito por el riesgo, los inversores abandonan las empresas de alto crecimiento pero no rentables en favor de empresas resilientes y generadoras de flujo de caja. Este patrón se repitió durante la crisis financiera mundial, cuando las acciones financieras perdieron su dominio, y se observó de nuevo al comienzo de la pandemia de COVID-19, cuando las empresas digitales prosperaron.
Además, las recesiones exponen ineficiencias y sobreextensiones. Las empresas con balances deficientes o un apalancamiento excesivo tienen más probabilidades de tropezar y caer en desgracia. Por el contrario, las empresas con una sólida disciplina de capital, eficiencias operativas y ofertas de productos resilientes suelen aprovechar la oportunidad para ganar cuota de mercado frente a competidores en dificultades. Esto se traduce en una consolidación acelerada y una evolución de las estructuras de liderazgo del sector.
Además, los cambios en el liderazgo del mercado suelen verse acelerados por la innovación. Durante las recesiones, las empresas que invierten en tecnologías transformadoras o se adaptan rápidamente a los cambios en el comportamiento de los consumidores pueden superar a las empresas tradicionales. El auge tecnológico posterior a 2008 ilustró cómo las empresas escalables y basadas en la nube sustituyeron a los modelos con gran capital en las carteras de los inversores.
Otra dinámica importante es el reajuste de la valoración. A medida que los precios de las acciones caen de forma generalizada, algunas acciones anteriormente caras adquieren precios atractivos, lo que permite a los inversores a largo plazo construir posiciones en empresas preparadas para liderar la siguiente fase de expansión económica. Esta revalorización también permite que sectores anteriormente ignorados resurjan, basándose en el valor o el atractivo de los dividendos. Es importante considerar también la respuesta geopolítica y política, que puede acelerar ciertas transiciones de liderazgo. Los paquetes de estímulo gubernamental o los cambios en la política monetaria pueden generar impulsos para industrias específicas, dictando así indirectamente quién lidera los mercados posteriores a una recesión. En resumen, las recesiones sirven como puntos de inflexión en el liderazgo del mercado. Si bien son dolorosas, a menudo catalizan la destitución de líderes ineficientes y marcan el comienzo de una nueva ola de empresas con un rendimiento superior, mejor alineadas con las demandas y realidades de la economía poscrisis.
¿Cómo deberían reaccionar los inversores ante estos cambios?
Comprender la dinámica de los beneficios y los cambios en el liderazgo del mercado durante las recesiones es esencial para los inversores que se esfuerzan por sortear ciclos de mercado turbulentos. La asignación estratégica de activos, la selección de acciones y la gestión del riesgo cobran aún más importancia durante estos períodos de transición.En primer lugar, la diversificación sigue siendo fundamental. Las recesiones suelen afectar a los sectores de forma desigual, por lo que garantizar la exposición a una combinación de acciones cíclicas, defensivas, de crecimiento y de valor puede amortiguar la volatilidad de la cartera. Los sectores defensivos, como la salud, los bienes de consumo básico y los servicios públicos, históricamente ofrecen una relativa estabilidad de beneficios durante las recesiones, lo que los convierte en opciones atractivas como refugios seguros.En segundo lugar, los inversores deberían considerar asignar más capital a empresas con balances sólidos y flujos de caja libres constantes. Estas empresas suelen estar mejor posicionadas para capear las recesiones y aprovechar las oportunidades, como las fusiones y adquisiciones, el aumento de la cuota de mercado o la innovación de productos. El análisis fundamental centrado en la solvencia, las tendencias de márgenes y la eficiencia del capital se vuelve particularmente valioso. Para quienes tienen un horizonte a largo plazo, las recesiones pueden ofrecer puntos de entrada a empresas de alta calidad con valoraciones reducidas. Este enfoque a contracorriente requiere disciplina y paciencia, pero puede generar rentabilidades superiores una vez que los mercados se normalizan. La experiencia histórica demuestra que las empresas que ganan cuota de mercado durante una recesión suelen mantener su liderazgo en rendimiento hasta bien entrada la fase de recuperación. Otra perspectiva estratégica es la rotación sectorial basada en indicadores macroeconómicos. Por ejemplo, los inversores podrían reducir su exposición al consumo discrecional y al sector industrial al inicio de una recesión, mientras se centran en los servicios públicos y la salud. A medida que la recuperación económica cobra impulso, la rotación puede volver a centrarse en la tecnología, las finanzas y los servicios al consumidor. Los gestores de fondos activos suelen reposicionar sus carteras durante las recesiones, priorizando las acciones con beta baja y generadoras de ingresos. Mientras tanto, los inversores pasivos pueden beneficiarse del reequilibrio de las inversiones en fondos indexados para reflejar los nuevos líderes del sector o tendencias temáticas como la transformación digital o la sostenibilidad, que suelen acelerarse en las recesiones.
Los bonos y los activos alternativos también merecen consideración. La renta fija con grado de inversión ofrece protección contra caídas e ingresos durante periodos turbulentos, mientras que los activos reales, las materias primas o los valores protegidos contra la inflación pueden protegerse contra distorsiones impulsadas por las políticas o shocks de la oferta.
En términos de finanzas conductuales, es crucial gestionar las reacciones emocionales. La volatilidad del mercado tiende a aumentar durante las recesiones, lo que lleva a decisiones impulsivas. Contar con una estrategia disciplinada, posiblemente regida por desencadenantes preestablecidos o reglas de reequilibrio, ayuda a los inversores a mantenerse centrados en los objetivos a largo plazo.
Por último, mantenerse informado y ser flexible sigue siendo clave. A medida que evolucionan los informes de resultados corporativos, los datos macroeconómicos y las medidas de los bancos centrales, los inversores deben reevaluar sus supuestos periódicamente. Adoptar una postura tanto defensiva como oportunista permite resiliencia y adaptabilidad en las carteras, aprovechando los cambios de liderazgo y valoración que inevitablemente acompañan a las recesiones. En última instancia, las recesiones pueden poner a prueba las carteras, pero también restablecer las condiciones para un rendimiento superior futuro. Al reconocer las señales, adaptar las estrategias y mantenerse firmes en el análisis fundamental, los inversores no solo pueden preservar el capital, sino también emerger fortalecidos en el próximo ciclo económico.
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